lunes, 19 de mayo de 2014

Operaciones Militares

Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayoría de los historiadores calculan que un 70% de los 15.000 jefes y oficiales en activo en 1936 combatieron en el bando sublevado (unos 1.500 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al bando vencedor en cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte de los 100 generales no se sublevaron. De los 210.000 soldados de tropa y suboficiales que teóricamente formaban el ejército regular en 1936, unos 120.000 quedaron en la zona sublevada, pero lo más decisivo fue que entre ellos se encontraban los 47.000 que formaban el Ejército de África que constituían las mejores tropas del ejército español. La Guardia Civil, por su parte, quedó muy dividida entre los leales y los rebeldes a la República.
Así pues, el bando sublevado no tuvo que construir su ejército sino que contó desde el primer momento con las unidades militares (y las fuerzas de orden público) sublevadas durante el golpe ya organizadas y dirigidas por sus mandos, entre las que destacaba el ejército del Protectorado de Marruecos, el llamadoEjército de África, compuesto por la Legión Extranjera y los Regulares (tropas indígenas moras mandadas por oficiales españoles) que constituía la fuerza militar más experimentada de todo el ejército español. Por otro lado las milicias carlistas (requetés) y las milicias falangistas que apoyaron a los sublevados fueron integradas en el ejército del que se consideraban aliadas y no enemigas (al contrario de lo que sucedió en el bando republicano donde las milicias obreras, especialmente las milicias confederales anarquistas, siempre desconfiaron de la institución militar, con la excepción de las milicias comunistas).
En el bando sublevado el ejército alcanzó rápidamente la unidad de mando y dominó completamente la vida civil de la zona sublevada, que ellos llamaban zona nacional. La muerte en un accidente de aviación en los primeros días del golpe del general Sanjurjo, que era el militar elegido por sus compañeros para encabezar la sublevación, hizo que el mando en la zona sublevada quedara entonces repartido entre los generales Emilio Mola y Francisco Franco, pero sólo dos meses después, el 1 de octubre, el general Franco asumió el mando único militar y político (el general Mola murió en otro accidente de avión al año siguiente, el 3 de junio de 1937).
"El fenómeno de la centralización militar del esfuerzo de guerra en la zona sublevada hizo que no se permitiese nada que se asemejase a la desunión política, al rencor entre grupos políticos y a la falta de confianza en los mandos y jefes de la campaña, todo lo cual se manifestó especialmente en la retaguardia republicana del norte, en Aragón y en Cataluña, que es donde se perdió realmente la guerra. (...) A medida que la República iba perdiendo la guerra, aumentaban el hambre y las privaciones en la retaguardia, creándose una situación infernal, con refugiados, bombardeos, escasez y frío".
En cuanto a la ayuda extranjera, el bando sublevado recibió armas de todo tipo y aviones prácticamente desde el primer día por parte de la Alemania nazi y laItalia Fascista a la que pronto se añadieron unidades militares completas (la Legión Cóndor alemana y el CTV italiano) en un flujo continuo que nunca se detuvo a largo de la guerra.
Por su parte el bando republicano no pudo contar con prácticamente ninguna unidad militar completa organizada y disciplinada con todos sus mandos y suboficiales y durante los primeros meses la fuerza militar que se opuso al ejército sublevado, tras la decisión del gobierno de José Giral de licenciar a las tropas para evitar que la sublevación se extendiera, estuvo constituida por columnas improvisadas integradas por unidades sueltas y por las milicias de las organizaciones obreras, que cuando estaban mandadas por oficiales de carrera éstos a menudo suscitaban sospechas de traición entre los combatientes. Fue a partir de la formación del gobierno de Largo Caballero el 5 de septiembre de 1936 cuando se inició el proceso de construcción de un verdadero ejército, con la militarización de las milicias y su integración en las brigadas mixtas, primer paso para la creación del Ejército Popular que sólo se logró tras la superación de la crisis de los "sucesos de mayo de 1937" y la formación a continuación del gobierno de Juan Negrín. Pero el ejército republicano siempre tuvo un problema estructural de difícil solución: la falta de mandos profesionales (según los cálculos de Michael Alpert, sólo un 14% de los militares que figuraban en el Anuario Militar de 1936 servían todavía en 1938 en el ejército de la República). Un problema que fue especialmente acuciante en el caso de la Armada. Algo que reconoció el general republicano Vicente Rojo que escribió:
Hemos creado un ejército con el nombre de tal, con toda la nomenclatura y sistema de mandos de un ejército regular... pero sólo hemos subido los primeros peldaños para alcanzar la cumbre
Además en el bando republicano la unidad de mando sólo se logró (y nunca fue completa) a mediados de 1937 cuando el Ejército Popular estuvo completamente estructurado y, por otro lado, sólo a partir de ese momento las necesidades militares se impusieron sobre las de la vida civil (marcada por la Revolución Social de 1936). Y también, a diferencia del bando sublevado, era el gobierno quien tomaba las decisiones pero siguiendo casi siempre las recomendaciones del Jefe del Estado Mayor, el coronel y luego general Vicente Rojo, y de otros militares leales.
En cuanto a la ayuda extranjera la República, a causa de que Francia y Gran Bretaña no acudieron en su ayuda y además impulsaron el pacto que dio nacimiento al Comité de No Intervención (cuya prohibición de suministrar armas a alguno de los bandos contendientes no fue cumplida ni por Alemania ni por Italia, a pesar de haber firmado el acuerdo) la República tuvo que adquirir el material bélico donde pudo, a menudo recurriendo a los traficantes de armas que en ocasiones les vendieron material anticuado o en muy mal estado a precios astronómicos. Esto le hizo depender de los suministros que le proporcionó la Unión Soviética, después de que Stalin superara sus dudas sobre la ayuda a los republicanos españoles, cuyo material bélico (armas automáticas, tanques y aviones) acompañado de instructores y consejeros militares soviéticos, junto con las Brigadas Internacionales reclutadas por la Internacional Comunista o Komintern, no comenzó a llegar hasta octubre de 1936 y luego las sucesivas entregas se interrumpieron en varias ocasiones en función de la coyuntura internacional europea (que determinaron, por ejemplo, que el gobierno francés abriera o cerrara la frontera) y del creciente bloqueo impuesto por la Armada sublevada en los puertos republicanos.

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